SÁBADO, 17 DE SEPTIEMBRE DE 2011
Para mi hijo Luis Adolfo, con especial afecto
.
Convento de Las Descalzas e inicio de la calle de Las Cruces
En horas de la tarde, cualquier día al final de los años cuarenta
Esquina de Las Cruces con subida de Santa Clara. El olor de la tienda de chino era peculiar para una pituitaria con escasos doce años entre los mortales de este antiguo barrio limeño: era uno cargado -el que provenía de la exótica especería oriental- que difería de los olores de pulpería de italiano o de las panaderías, por entonces a cargo de japoneses.
La tienda de chino, aledaña a la esquina de mi casa, sumaba al olor añejo algo del penetrante aguardiente de caña o de uva, que se expendía en la discreta trastienda donde no faltaban furtivos y constantes parroquianos. El oriental vendía de todo, generalmente al menudeo y eran moneda corriente las pesetas, los chicos y los gordos, cobres subsidiarios del Sol de Oro.
En diagonal, esquina de Rufas con Buena Muerte abría por entonces una panadería que horneaba, entre otras masas, un pan francés de a medio real (0.05 de sol) que era una delicia. El tradicional lunch o lonche, ese merendar antes de la cena de antaño, necesitaba de buen pan francés todavía caliente y dorada corteza, mantequilla cremosa para acompañar una taza de café con leche. Era lo tradicional en casa.
Los olores de Lima en aquel lugar de los Barrios Altos, a partir de las cuatro de la tarde se cargaban del picante aroma que traía el viento directamente de la anticuchera que sentaba plaza en la esquina cercana. De ese carretón donde una hornilla de hierro fundido alimentado con carbón avivado con abanico de mimbre, daba fuego a una extendida parrilla en la que se asaban trepidantes, entre chispas y humo, los trozos ensartados de anticucho, la pancita o los choncholíes (argentinismo que los limeños han trocado del porteño chinchulines) Todo amorosamente adobado, untado mediante unas brochas vegetales con los jugos mágicos y olorosos de fuerte especiería donde resalta el comino; las papas, generalmente arenosas y camote amarillo doraban en otra sartén en su baño de aceite borboteante; y, por separado, en una gran olla con la tapa cubierta con tela blanca para evitar perder el vapor, los robustos choclos que sirven de guarnición.
Próximo a salir la nueva hornada de pan francés, pues era obligado el pan caliente, los parroquianos aguardábamos y, entretanto, la avecindada anticuchera vendía que daba gusto a su numerosa clientela harto conocida.
Había de los que se servían sentados en las cortas bancas que ofrecía la simpática mujer -una robusta mulata- o en su caso el viandante se llevaba en pancas de choclo, luego de pagar unos pocos centavos, colocar ritual y diligente algo del sabroso ají para enrostrar entonces con fruición ese apetitoso anticucho, la fina pancita o los deliciosos choncholíes. Tampoco faltaban los dorados y crocantes picarones con aquella miel de caña que les hace tan particulares y limeños.
Dos horas después quedaba solitaria nuestra vivandera, aquella negra, con los últimos rezagos de sus delicias entre las chispas que alumbraban su moreno rostro donde destacaban por contraste unos blanquísimos dientes, a la mortecina luz de un elevado poste del que pendía un foco que tenía por guarda un disco de metal aporcelanado.
Espectar la noche desde una de las ventanas de la casa en Las Cruces, era no menos interesante: por la izquierda, esto es el Sur, la alumbrada Plazuela de Santa Ana y la torre de la Iglesia de las Descalzas al final de la larguísima calle. En aquella amplia y larga plazuela se acomodaban por entonces los cine-teatro Mazzi, que ofrecía generalmente a la numerosa colonia china películas y, al frente, Francisco Pizarro de moderno corte con frescos laterales al relieve del pintor y escultor Rossi en la amplia sala; la Dirección General de Gobierno y Policía con aquel imponente techo versallesco y el referido convento de las Descalzas, en diagonal con la igualmente imponente Iglesia de Santa Ana. En el extremo se levanta la estatua del sabio Antonio Raymondi con su lupa examinando alguna exótica especie.
Las cruces que dan nombre a esta antigua calle de los Barrios Altos
A la calle Las Cruces seguían en numeración ascendente, Plazuela de Santa Ana, Sacristía de Santa Ana, Plazuela de San Bartolomé, Mestas y finalmente Doña Elvira, las seis calles que forman el Jirón Huanta.
Angrand, Leonce. Apunte a lápiz. Calle Sacristía de Santa Ana, hacia Las Cruces y el cerro San Cristóbal. S XIX
Por la derecha, el Norte, la primera cuadra de aquel jirón, la muy larga calle Rufas con el fondo del San Cristóbal y su gran cruz; en la vereda subiendo hacia Viterbo se puede ver, algo oculta, la puerta de la Logia Cordano que luce en su frontis greco-romano el curioso cuando no paradójico lema: La más honrada de las logias de Lima (Consecuencia de algún cisma masónico de vieja data)
Al frente, por encima de los techos planos, las torres de las iglesias Trinitarias y las de la Buena Muerte con su hospital de los padres de la Orden de los Betlemitas o San Camilo, sacerdotes destinados al bien morir o para asistir a los moribundos en sus postreros momentos. Por entonces tañían las campanas en la ciudad con sones peculiares y regulares.
Raras veces se daba plenilunio o algún cielo estrellado, lo común era el característico color del cielo de Lima, blanco panza ‘e burro como solía escuchar de algunos criollos del barrio y, en el largo invierno, la fina garúa o remedo de lluvia que no llega a ser.
Me alegra saberlo Anita. Ten un bonito fin se semana. Seguro que saldrás de paseo. Un abrazo.
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Querido Luis. has impregnado de olores y sabores mi casa y me ha encantado leer este artículo tan limeño.
Gracias por tu amistad, sabes que te admiro mucho
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Jorge Molina Herrera dijo…
Estimado Luis:
Mientras quemo mis últimos días de vacaciones (mañana viajo al complejo minero en donde trabajo), hago un recuento pormenorizado de ellas, por lo que puedo decir con toda propiedad que Septiembre fue un mes «redondo», luminoso, bueno.
Cuando recibí sus saludos por este mes, junto a mi familia llegamos a una conclusión unánime y categórica: Luis Siabala Valer es todo un caballero, con un cálido corazón palpitando en aquel pecho de hombre de bien. Sin embargo, cuando leí el material expuesto en su blog, pude darme cuenta de que este caballero también ha sido tocado por las musas de la literatura al hacer gala de una prosa llena de vibrante enjundia en la que apreciamos un vigoroso y vivaz talento.
Créame que me devoré -literalmente- la crónica en la que usted nos lleva de paseo por la Lima de antaño, evocando no solo imágenes y sonidos, sino también, olores y aromas…(!)
Frente a todo esto, no puedo menos que decir ¡gracias!
Mis cordiales saludos desde La Serena en Chile.
3 de octubre de 2011, 18:58
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Luis Adolfo Siabala dijo…
¡Hermoso y nostálgico! El valor de tu relato es esa evocación a un pasado vivido, pictórico y fúlgido en la mente de un cronista que no esconde el detalle. Y es el poder del olor, de la imagen guardada en la infancia, los sonidos impregnados en recuerdo los que permiten preservarnos aquellos instantes que sólo el poder de la palabra puede capturar. Con generosidad logra transportar a otras generaciones hasta un barrio que hoy desluce penosamente.
El mismo encanto de Rafael de la Fuente Benavides (Martín Adán), que cito para analogar la misma intención en su barrio de infancia, Barranco:
Más allá de la ciudad, la sima clara y tierna del mar. Al mar se le ve desde arriba, con peligro de caer por la pendiente. Los acantilados tienen arrugas y tersuras impolutas, y livideces y manchas amarillas de frente geológica, de académica. Ahí están, en miniatura, las cuatro épocas del mundo, las cuatro dimensiones de las cosas, los cuatro puntos cardinales, todo, todo. Un viejo… Dos viejos… Tres viejos… Tres pierolistas.
La palabra es como la acuarela que inmortaliza un instante de antaño como un vislumbre sempiterno.
¡Felicitaciones!
21 de septiembre de 2011, 14:07
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Jorge Bejar A. dijo…
Estimado Lucho, celebro que ya estés completamente recuperado de tu reciente cirugía. Tu magnifica crónica me ha hecho recordar a otro gran colorista de de aquella Lima que se fue, Adán Felipe Mejía «El Corregidor» cuyas sabrosas notas («Ayer y Hoy») en La Prensa alcance a leer todavía. Por mi parte, recuerdo también la Plaza Italia porque cerca vivía mi abuela Asunta, a quien visitaba trepando al tranvía que cruzaba este limeñismo barrio, hoy lamentablemente en completo abandono, teniendo tantos tesoros de recuerdos que las generaciones presentes ignoran por completo.
Un fuerte abrazo, UV
Jorge Bejar
20 de septiembre de 2011, 16:53
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Rafael Córdova Rivera dijo…
ESTIMADO HERMANO LUCHO
AUN RECUERDO LOS SABORES DEL CUTE, DULCE CHINO, LAS HUEVERAS Y EL PESCADO FRITO DE SAN ILDEFONSO, LA FOTOGRAFÍA TOYOFUKU, EL CINE AMÉRICA Y EL CINE BOLÍVAR…LA QUINTA SAUX-LA CIUDAD ESCONDIDA- LA GRUTA DE LOURDES Y EL ASILO DE SANTA TERESA.. LO MEJOR, EL JIRÓN ABANCAY Y SUS 5 METROS DE ANCHO.
GRACIAS LUCHO
19 de septiembre de 2011, 1:27
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Gracias por tu comentario Aníbal. En efecto, Jesús María y Chacra Colorada, que se corresponden ahora con modernos distritos, en comparación con el Cercado son veneros de recuerdos.
Un abrazo,
Lucho
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Muchísimas gracias Lucho por la oportunidad de disfrutar de tu deliciosa crónica que me hace rememorar los tiempos vividos en otros barrios de la Lima virreinal, como Jesús María, Chacra Colorada y el Cercado donde también cada rincón es una verdadera mina de gratos recuerdos
Un abrazo
Aníbal
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Buenos días sobrina mía. Es grato conocer tu concepto respecto de mis letras y lo recibo con el mismo afecto y cariño que tengo de ti desde que eras una niña. Un abrazo
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Qué lindo escribes tío !
Me he deleitado leyendo el texto de Barrios Altos de Lima. Hermosa pluma, te felicito. Es muy agradable de leer, el ritmo y el vocabulario así como la fineza de las descripciones lo hacen realmente simpático y elegante.
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Gracias Juan Francisco por tu comentario que complementa a la perfección mi propia experiencia. Tu casa frente a San Francisco de verdad que evoca estampas medievales.
Un abrazo
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Estimado amigo:
Llegué a Lima cuando tenía 7 años y vivía en la primera cuadra del jirón Lampa. Era de noche y recorrí a pié el trayecto de la Plaza de Acho a la casa de mi abuela, frente a la iglesia de San Francisco.
Ha quedado en mi mente la imagen de la anticuchera, la picaronera, los pregones de revolución caliente, humitas, arroz zambito, etc., los olores, los claro-oscuros de ese ambiente que ahora recuerdo como estampas medievales…
La lectura de tu crónica me ha hecho revivir esos momentos de infantil asombro y delectación.
Muy agradecido, amigo…
Un abrazo.
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Gracias Guillermo: Eres uno de los de mi generación que conoció, a profundidad aquellos barrios.
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Gracias Dorelly: Te llevaré un día por aquellos barrios.
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Gracias hijo mío
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Gracias amigo José: Celebro le haya gustado el artículo,
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Gracias a ti Carlos, por aquella lectura y los detalles, celebro que haya sido de tu agrado
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Gracias hermano Fernando: El artículo y aquellas remembranzas se que te resultan familiares.
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Gracias amigo Pedro: Conozco esa inveterada hora tradicional de la once.
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Gracias amigo José: Convengo con usted respecto a la prioridad de los dineros municipales en la conservación de los monumentos historicos.
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Gracias amigo Miquel: Será gratísimo, para quienes seguimos tu producción fotográfica, conocer de tu infancia en León y ahora en tierras catalanas, datos que tienes adelantados con la remembranza de tu vieja vendedora de castañas.
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Gracias amigo José: Es usted generoso con su comentario.
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Gracias César por tu generoso comentario.
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Gracias Leopoldo: Recuerdos de tu natal aldea gallega. Será grato conocer remembranzas de tu infancia en esa hermosa región de España.
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Gracias amigo Manuel: Que llegue ese día y tu cometario de infancia viaje a todos los rincones, al igual de tu valiosa galería fotográfica.
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Querido hijo: Los recuerdos de infancia bien pueden ser asuntos universales de literatura, pasibles de escritura.
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Gracias amigo Patricio: Estoy seguro que los recuerdos de infancia en aquellos barrios santiaguinos, serán muy interesantes.
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Gracias amigo Mario. Los recuerdos de la infancia suelen ser gratos.
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Gracias Fernando por tu generoso comentario.
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Gracias Marco Antonio: recuerdo tu casa en Carmen Bajo al paso del tranvía. Una zona de grandes acontecimientos de tradición religiosa y acontecimientos cívicos.
Un abrazo,
Lucho
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Excelente Lucho, te luciste y nos llevaste al mundo que muchos de nosotros vivimos. Mis amigos de la infancia proviene de estas áreas y cuando cambié de barrio, me los traje conmigo y siguieron siendo mis vecinos en el nuevo barrio. Muchas gracias por hacerme recordar tiempos tan gratos.
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Mi muy estimado amigo Luis:
Mis inmensos agradecimientos por su tan valioso gesto de enviarme este artículo suyo excepcional de remembranzas de la infancia. Me dedicaré a leerlo con sumo interés, me parece un documento de un valor histórico admirable y entrañable a la vez.
Creo que su artículo me va a dar la inspiración para remomorar por mi lado mis barrios de la infancia.
Reciba mis más afectuosos saludos y una vez más le reitero mis gracias!
Patricio
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Admirado amigo Luis:
MAS VALE TARDE ………………..
Al fin; he podido sacar el tiempo suficiente para disfrutar, leyendo con atención y detenimiento esas remenbranzas tuyas tan bien narradas, con tu versada prosa de los recuerdos de tú infancia.
Tras leer lo que han escrito las «plumas» que me enteceden, me resulta dificil pergeñar en cuatro letras lo que he sentido al «ver» tus andanzas por tu querida Lima, y sentir esos olores y esos aromas al pasear entre sus calles..
Un fuerte y cordial abrazo.
César.
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Este artículo debe imprimirse en formato A3 en linotipia para ser exhibido en una de las esquinas de la plazoleta de la Buena Muerte a fin de ilustrar al transeúnte escrutador sobre el pasado y presente de un barrio que habla a través de sus bardos o nostálgicos y viejos vecinos que no pagan con ingratitud la alusión a sus calles, sus pregones y sus olores.
«Una de obra de arte no florece sino en medio de una anónima y obscura multitud de obras mediocres» (J.C.Mariátegui)
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Preciosas lineas, prosa bien llevada que me arrastró a esos años de la Lima que tu conociste y que yo perplejo de tus recuerdos tan bien contados me hacen sentir esos olores y ese ambiente lugareño, quizá un dia llevado por complacer tu espíritu con mis recuerdos, intente escribir algún momento de mi niñez. Un abrazo muy fuerte desde España
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Amigo Luis
Magnifico tu blog. He leído con atención y con cariño tu escrito.
Y me ha parecido sensacional. Me ha gustado mucho la combinación de palabras y fotografías.
He podido sentir la vida, el bullicio y el latir de esas calles de la vieja Lima. He podido intuir cómo era la vida hace unos años en esa zona de la ciudad.
Casi he podido sentir el olor a pan recién horneado.
Un gran texto, lleno de sabiduría y sensibilidad. Se nota tu elevada formación cultural y humana.
Enhorabuena, amigo Luis.
Un abrazo fuerte
Fernando
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Delicioso artículo en el que rememoras con la añoranza justa, sin caer en sensiblerías, tus recuerdos y los aromas de un trozo de ciudad que como tantas otras se fue para no volver…
Quizás algún día me decida yo a escribir algo sobre mis sensaciones en mi aldea gallega natal…
Me has dado una buena idea.
Enhorabuena, amigo Luis.
Por cierto no sabía que habías pasado por el quirófano…
¿Todo bien?
Un afectuoso saludo.
Leopoldo
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Notable relato que hace partícipe al lector de las sensaciones que dan cuenta de la niñez del autor. Por un momento fue como estar en la ciudad de Lima de aquellos años y asomarse a sus calles y personajes. Gracias don Luis por este regalo lleno de emoción y nostalgia
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Mario f5
Un lujazo, por un momento y según te leía, pensé que estaba en tu bella tierra.
Mis felicitaciones.
Otro fuerte abrazo Maestro.
Mario
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Qué maravilloso, nostálgico, vibrante viaje por un rincón de la vieja Lima, con los cinco sentidos -y nunca mejor dicho-, de la mano de un excelente cronista de su amada ciudad.
Me parece un verdadero privilegio y un lujo sin duda, poder viajar con guía, sin moverse del sillón de casa, por las calles, las plazas, los barrios en fín, con más sabor de esa maravillosa ciudad de Lima, que sueño conocer algún día.
Tu escrito, Luis, mucho más crónica sentimental que relato literario, aunque de ambas cosas tiene, y mucho, me ha transportado a tiempos universalmente infantiles, siempre íntimos y de gran ternura, pero compartidos con todos los que niños fuimos y supimos -o tuvimos la suerte-, de disfrutar de nuestra infancia.
Porque con tu vendedora ambulante yo he «saboreado y olido, además de combatir el frío de las manos» a mi anciana castañera en León, en los fríos Noviembres de los años cincuenta; he paladeado unos exquisitos churros con chocolate que, por contra, me han reconfortado el estómago y me han alegrado la lengua… He viajado, en fín, como tú lo haces, a algunos de los mejores momentos de mi vida.
Todo sin olvidar destacar tu particular habilidad para describir la geografía del barrio, por el que, sin dudarlo, con tus indicaciones, me atrevería a caminar ahora mismo.
Gracias como siempre, amigo, por la felicidad íntima y jubilosa que siempre resulta leer tus espléndidos escritos.
Miquel González Page
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Estimado amigo:
Sus notas, post, crónicas son estupendas, pero en particular, las remembranzas del viejo barrio le dan una connotación especial, ligada al sentimiento de añoranza, que muestra el respeto por la tierra y su gente.
En esta última década hubo mucha plata en el Municipio, tanta como para llenar de cemento la ciudad con una superplataforma llamada Parque Rímac u otras megaobras para aliviar el transporte, pero casi nada para revalorar estos barrios, que bien cuidados serían una fuente de ingresos por turismo, pero lo más importante, un motivo de orgullo para sus pobladores. Barrios Altos, el barrio de Monserrate.., no hay duda que se necesitan autoridades cultas y un alcalde para el Cercado.
Un gran abrazo
P. José Abad
Teléfono RPM: 989100621
http://accidentetranvia.blogspot.com/
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El tradicional lonche, ese merendar que usted don Luis menciona, aun se practica entre las familias chilenas, solo que aquí le llamamos once, la hora de once en Chile es sagrada para una taza de té con leche y una marraqueta, que en algunas localidades le llamamos pan francés, de dorada y crujiente corteza. Nuestros pueblos tienen costumbres cuyo origen a veces olvidamos. En pueblos muy antiguos la hora de once está marcada por el momento en que «las moscas se paran», antes del atardecer cansadas de volar buscando su alimento, dejan que los humanos podamos sentarnos a la mesa tranquilos. Muchos saludos para usted y su apreciada familia.
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HERMANO:
SABROSO Y VÍVIDO RELATO DE LA LIMA DE ANTAÑO.CASI PUDE SENTIR EL OLOR DEL PAN FRANCÉS RECIÉN SACADO DEL HORNO Y EL SABOR DE LOS ANTICUCHOS Y PICARONES EN EL MARCO DE UN AMBIENTE CÁLIDO Y LLENO DE TRADICIÓN: COSTUMBRES, CALLES ANGOSTAS, PLAZUELAS, IGLESIAS. GRACIAS HERMANO POR TU MAGNÍFICA PINTURA.
FERNANDO
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Estimado Lucho: ha sido un deleite leer tan sabrosa descripción.
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Estimado Lucho
Recibí tu artículo. Es un homenaje a una zona puntual de los Barrios Altos, pero llena de historia y tradición, y llena de nostalgia a quienes fueron residentes cerca a la Plaza Italia y sus alrededores, y también para quienes transitaban por este sitio a fines de los años cuarenta e inicios de los años cincuenta. La narración del ritual del lonche y antojitos limeños, es una verdadera pintura de aquellos tiempos, el simple lector es transportado a este escenario y lo hace sentir no solo como testigo, sino también como protagonista. Felicitaciones.
Guillermo Lam Almonacid
1 septiembre, 20114
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¡Qué extraordinario relato!, una sabrosa descripción de ese barrio, lamentablemente hoy descuidado por sus autoridades. He leído, releído y gozado cada párrafo de este post.
Don Luis, usted y su primogénito, son valiosos guardianes y difusores de la memoria de nuestra ciudad.
Saludos
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Maravilloso artículo en el que has impregnado las vivencias de tu niñez y a los que lo leemos nos lleva a usar la imaginación para recorrer y apreciar con tu excelente descripción los lugares y sabores de una Lima de antaño tan diferente a la actual. Recordar es vivir. Por favor sigue recordando y escribiendo sobre lo que has conocido de una Lima que se fue. Felicitaciones.
02 de septiembre; 2014
Dore
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Bellísimo relato con la vida de infancia que le da un gusto personal. Sí lo recuerdo con admiración. Uno se imagina a la anticuchera pregonando a una cuadra de la iglesia de Nuesra Señora del Carmen a partir de las cinco de la tarde, atrayendo con el aroma que inunda toda la esquina. Gracias por re- editarlo1
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