EL DESENFADO DE UN PINTOR PERUANO

A don Guillermo Lam Almonacid

PANCHO FIERRO PALAS. ARCHIVO COURRET

Don Francisco Fierro (1807 – 1879)

Nada compendia a cabalidad el sabor provinciano e histórico de la vieja Lima, aquel del ocaso colonial y los albores de la república, que las acuarelas que dejó don Francisco Fierro Palas, pintor y caricaturista mulato, nacido a principios del S. XIX en la ciudad de los picarones, la tizana, la mixtura, la revolución caliente, la mazamorra y los anticuchos.

Aquí, algunas de las acuarelas más representativas:

Jinete mulato; acuarela

Vendedora de pescado; acuarela

En las dos primeras décadas de su existencia tenía pintada, el autodidacta Fierro, la constante de una vida citadina en la que los esclavos negros, mulatos o zambos menudeaban, ora en las chacras, ora en los establos; servidumbre y peonaje en general, sea como lustrosos e impecables aurigas o palafreneros de los señoriales coches de los títulos de Castilla en el oficio de vendedores ambulantes que voceaban pegajosos pregones o en lo castrense cuando formaban los regimientos de la caballería colonial, más tarde republicana. Era Fierro excepcional testigo de aquella larga época: un pintor de costumbres.

Hacendado, acuarela sobre papel

Amanuense; acuarela

Pero su pincel, repetimos, apuntaba gracioso no exento de picardía, a sacerdotes, amanuenses, médicos, letrados, militares y cuanto personaje y oficio de gremio habitaba Lima. Cuadros aquellos, en especial acuarelas, de las festividades religiosas a los que tan propenso y nutrido se mostraba el calendario nacional; los cánones del vestir y de costumbres que si no llegan a la fidelidad académica de un Rugendas o un Angrand -testigos selectos de la época- muestran lo de folklórico y sandunguero con maestría y desenfado, detalle que escapó a los celebrados pintores europeos ya que en el magín de nuestro artista este detalle le era consustancial y lo trasladaba a la pintura con felicidad en sus limeñísimos personajes; también estaban los indios o naturales, que en número y oficio moraban en la bullente y abigarrada urbe. Con él se reconstruye un tramo importante y colorido de la historia nacional.

Diversos momentos de la zamacueca o mozamala en modo decente, ya que por su marcada sensualidad este baile de origen negro estuvo prohibido en las primeras etapas coloniales

Testigo, desde la épocas del virrey de La Pezuela, de las germinales luchas por la independencia, lo fue también de la llegada de las tropas de San Martín, en la que un regimiento era de pardos; o las que después trajo Bolívar donde la gente de raza negra -su raza- menudeaba, hasta avanzados los primeros meses de la guerra con Chile, la impronta de su orgulloso y festivo timbre es la característica del artista, quien apunta adusta y solemne la figura o la exhibe pícara cuando así lo desea; entonces basta contemplar los gestos de sus personajes y los de las cabalgaduras, en especial los asnos, que parecen sonreír o mofarse de las circunstancias…

Zamacueca o Mozamala de baile adecentado a baile lascivo Acuarelas

Señora de segundo Rango

Señora de primer rango

Zamacueca o zamba culeca

Carnavales, talco y jeringa; acuarela sobre papel

Pancho había nacido liberto o manumiso por razones de las que no hemos indagado aún, hijo de Nicolás Fierro, blanco de origen y de Carmen Palas, negra de nacimiento, pero conocido dueño de su hábil oficio tenía acceso a toda clase social, lo que deja en claro su gran aceptación. Como correspondía al gremio, abrió atelier en una calle principal de la ciudad. ¡Y, vaya hombre, no se diga quién era quién!

Lechera; acuarela sobre papel

Según sus estudiosos, Francisco aprendió a pintar por vocación pero también por necesidad. Tampoco sabía leer y escribir, asuntos estos que no lo excluyeron catalogar como célebre pintor costumbrista del S. XIX. Por ello no firmaba sus obras, ni falta que le hubiera hecho, habida cuenta de la nula competencia que tenía; se estima que llegó a captar más de 1200 escenas de la vida limeña, con sus singulares personajes y oficios; ceremonias religiosas y festividades de costumbre; letreros y carteles de toros y de gallos.

Doctor de negritos, acuarela

Naturalmente que esta producción pictórica no fuera ajena al escritor don Ricardo Palma, de quien se conoce haber adquirido una colección y con toda seguridad muchas de cuyas tradiciones limeñas tienen por referencia aquellos apreciados pinceles de nuestro biografiado artista. Donada por la familia Palma Soriano, se mantiene ahora en el actual Museo de Arte de Lima (MALI)

Yerbatero; acuarela

El pintor francés Leonce Angrand, quien visitó Lima en pleno siglo XIX produjo una memorable obra sobre tipos y costumbres, adquirió pinturas del artista peruano, pago caprichos. También, un importante número de esas acuarelas se hallan en el museo de etnografía de Leningrado y otro tanto se conserva en la Hispanic Society de Nueva York. Es un lujo poseer un original, pero las copias menudean y las hemos tomado de Internet. Su fama ahora traspasa los umbrales del Perú.

El bandolero Escobar, acuarela

Este negro, facineroso trabuco en mano, jefe de una partida de bandidos asaltaba las diligencias que se aventuraban por el desierto de Lurín, a los jinetes aislados o a cuanto desdichado se aventuraba por esos andurriales de arena, supo -pues tenía oídos prestados- que le dejaban saber de los acontecimientos políticos, o lo mejor, la desolación de la ciudad y cuanto fuese necesario conocer sobre la seguridad de Lima.

Ahora bien, a fines del año de 1835, con las tropas de Salaverry encaminadas para hacer frente al ejército auxiliar boliviano, la ciudad de Lima prácticamente quedó acéfala, pues el Consejo de Gobierno del Jefe Supremo tuvo que dejar la ciudad por la aproximación de las fuerzas enemigas al mando del general Francisco Vidal. A ese efecto se dictó el decreto de fecha 27 de diciembre suscrito por Juan Bautista Lavalle.

En ese estado de indefensión de la capital hicieron su entrada a la ciudad partidas de montoneros al mando del negro León o del negro Escobar, montoneros que, como tales, habían sido armados y servían a la hueste de Orbegoso. Así, pues, el 28 de diciembre de 1835, estos salteadores de caminos tuvieron “la insolencia de entrar en el Palacio y sentarse en la silla de los Gobernantes del Perú” (“Continuación de las causas de las revoluciones”, El Comercio, N° 1630, Lima, 17 de noviembre de 1844, nota 4, p. 4).

En resumidas cuentas, según la información consignada en El Comercio, un negro, cabecilla de montoneros, había logrado sentarse en el sillón presidencial y tal vez actuó como mandatario, pero el suceso no puede ser calificado como ejercicio de la jefatura del Estado pues no se realizó el ceremonial típico de todo pronunciamiento que conllevaba a la asunción del supremo poder estatal.

Poco tiempo duraría el predominio de la montonera. El 30 de diciembre ingresarían a la ciudad las tropas del general Vidal (decreto nombrando prefecto interino del departamento de Lima, 30 de diciembre de 1835) y este, como servidor del gobierno de Orbegoso, haría llamar a su supuesto “correligionario” político e, inmediatamente, ordenaría su fusilamiento (Jorge Basadre, Historia de la República del Perú (1822-1993), Lima: Producciones Cantabria, 2014, tomo 2, p. 107).

Así acabaría la vida de aquel “insolente” negro que había osado sentarse en la silla presidencial. (lenguaraces malintencionados aseguran que fue el más justo, breve y demócrata gobierno que tuvo el Perú de aquellas épocas de golpismo, retintín de espuelas y arrastrar sables)

La criolla, acuarela sobre papel

Vendedor de Aguardiente de Ica Acuarela

El deceso de Pancho Fierro fue noticia, que El Comercio de Lima, un triste día del mes de la patria en 1879, como es natural, suceso que habría de producir consternación general y congoja en su hogar.

Don Esteban Arredondo, capeador de caballos

Fuentes

Wikipedia

Internet

Grabados del Banco Central de Reserva del Perú y del Museo de Arte

Diversos otros de procedencia por Internet

Publicado por Luis Siabala Valer el Martes, 13 de octubre de 2009  11:24

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Etiquetas: Fierro, Francisco, mulato, Pancho, pintor, sandunguero, negro, mulato, auriga, peón, jinete, soldado, regimiento, tropa

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